Érase una vez, y sin
querer repetirme como en los comienzos de los cuentos infantiles, un precioso
bosque de árboles verdes, un lago cristalino y muchos animales, entre ellos un
conejo blanco, pequeñito, de ojos rojos y cuerpo rechoncho llamado Guimpy.
Guimpy vivía feliz en
el bosque, con su familia y amigos, pero el tiempo pasaba, y del día a la
noche, Guimpy se sentía triste, le faltaba algo, no sabía el qué
-¿Qué te pasa buen
amigo?- preguntó Scracht, su mejor amigo, un simpático cervatillo de grandes cuernos
y ojos negros
-No sé Scracht-dijo
Guimpy-. Creo que necesito salir de aquí, me siento agobiado, necesito explorar
nuevas cosas y saber cuál es mi camino
-Deberías irte de
aquí-dijo Scracht con un poco de pena.-Quizás en la gran ciudad consigas lo que
quieras obtener
-Te va a sonar
ridículo- dijo Guimpy- pero me encantaría competir en las carreras como hacen
los caballos
-Bueno ¿pero sabes lo
que dices Guimpy?- dijo Scracht con tono sorprendido-.Los caballos son grandes
animales, sirven para competir, jamás podrás ser como ellos
-Pero al menos tengo
que intentarlo- dijo Guimpy-.
Días después, Guimpy
abandonó el bosque despidiéndose de sus amigos y familia; se disponía a
emprender una nueva aventura hacia la ciudad, algo desconocido para él. Nadie
nunca del bosque había ido hacia la ciudad, así que para los animales, Guimpy
era un auténtico aventurero.
Llegado a la ciudad,
Guimpy encontró un mundo muy extraño: gente de un lado para otro, convivencia
entre seres humanos y animales, animales atrapados en jaulas;la verdad es que
Guimpy estaba un poco asustado, pero le echo valor y siguió recorriendo la
ciudad.
Tras muchas vueltas por
la ciudad, Guimpy iba a cruzar la carretera, cuando de repente aparece un coche
a toda velocidad que casi atropella a Guimpy; por suerte fue salvado por un
chico de 21 años, de piel blanca, moreno y de ojos verdes cristalino.
-Gracias por salvarme-
dijo Guimpy con tono de susto
-De nada- dijo el
chico- Me llamo Juan ¿y tú?
-Soy Guimpy- dijo- He
venido del gran bosque para poder competir en una carrera como los caballos
-¿Pero cómo vas a hacer
eso?- dijo Juan-¿eres consciente de que eres un conejo?
-Sí, pero me da igual-
dijo Guimpy-¿por qué no puedo hacer las cosas como las hace un caballo?
-Tienes razón- dijo
Juan- Yo te apoyare.
Días después, llegaron
a un hipódromo. Al llegar a las inscripciones de los caballos, Juan se asomó a
la ventanilla y dijo: -quiero inscribir a mi mascota en la competición de la
carrera de caballos-.
-¿Cómo se llama tu
mascota?- preguntó el taquillero-.
-Se llama Guimpy el
conejo- dijo Juan-.
-¿Qué?¿un conejo?
Jajajaja, no me hagas reír- dijo el taquillero-.Esto es una carrera de caballos
muchacho, no corren conejos
-Déjalo que corra- dijo
un hombre de pelo blanco, delgado, con un bastón en la mano- Soy el organizador
de las carreras. Si crees que tu conejo está a la altura, que lo haga.
Juan fue a comunicarle
a Guimpy la gran noticia; el pequeño conejo no paraba de saltar de alegría y
fueron a la parte donde se preparaban los competidores. Los caballos lo miraban
con cara de desprecio, murmurando entre ellos, preguntándose que si era una
broma que un conejo iba a competir en una carrera.Guimpy estaba un poco
incómodo, pero le daba igual; su gran sueño se iba a cumplir.
Empezó la carrera,
Guimpy llevaba el número 15.La gente lo miraba sorprendida diciendo que hacía un conejo ahí dentro, que
iba a hacer el ridículo, que lo sacaran de allí;otros por el contrario, les
pareció muy original ver a ese conejo en una carrera de caballos
Empezó la carrera:
¡preparados, listo ya!, todos los participantes empezaron a correr y el final,
¿Cuál fue el final?: Guimpy quedó en 5º puesto, no ganó, pero no le importó,
porque su intención no fue ganar, sino poder hacer lo que soñaba que era
competir en una carrera de caballos.
La carrera la ganó un
caballo llamado Viento veloz, pero Guimpy ganó mucho más: fue admirado por todo
el mundo, la gente le felicitó sobre todo por tener la valentía de hacer algo
diferente y desde ese día, todo animal puede apuntarse a las carreras y poder
participar. Quizás nuestro protagonista no fue un ganador físico, pero fue el
ganador moral; con su hazaña demostró que todos somos iguales y que si nos lo
proponemos podemos hacer cualquier cosa que queramos en esta vida